Un grupo de mujeres, en su mayoría madres cabeza de hogar, está viviendo una pesadilla tras haber trabajado durante abril, mayo y junio en el Programa de Alimentación Escolar (PAE), sin recibir hasta la fecha un solo pago. Lo hicieron sin contrato, sin claridad sobre quién responde, y ahora están con la nevera vacía y las cuentas llenas.
Estas trabajadoras comenzaron labores desde el 28 de abril, cumpliendo jornadas extenuantes desde las 4 de la mañana hasta pasadas las 2 de la tarde, pero el pago que les prometieron apenas cubriría cinco horas diarias, y eso, si algún día se los pagan. La mayoría excedió con creces ese horario, pero les dicen que las horas extra «no valen», que su trabajo tiene límite de tiempo, aunque las ollas no entienden de relojes.
Lo más grave es que nadie da la cara: quienes eran sus jefes directos cambiaron de número o no contestan, quienes han intentado hablar en la Alcaldía, les aseguraron que eso es asunto de la Gobernación, y desde allá guardan silencio. Dicen que las hojas de vida fueron entregadas, pero eso no ha resuelto nada. Ni contratos, ni prestaciones, ni sueldos. Las trabajadoras sienten que están «regalando el trabajo», y todo por un sueldo que apenas alcanza los cinco mil pesos la hora.
En este limbo están decenas de mujeres que pusieron el hombro por la alimentación de los niños en las instituciones educativas, y ahora ni siquiera saben si algún día les pagarán. Mientras tanto, la necesidad no da tregua: hay que pagar arriendo, servicios y comida, aunque el bolsillo esté vacío.
Al conocer esta denuncia nuestro equipo periodístico se puso en contacto con la secretaria de educación municipal, Alime Uribe, para constatar la información, y en efecto, estos pagos se encuentran atrasados, pero el contratista ya manifestó que durante esta semana se estarán realizando los pagos a estas mujeres que prestaron su servicio en el programa de alimentación escolar