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La lluvia de este jueves acompañó el silencio y lágrimas en los ojos de la comunidad que despidió a Emma Lucía Rincón, la niña que partió de manera inesperada tras el accidente ocurrido días atrás en el barrio Nueva Colombia. Las calles se llenaron de flores blancas, de abrazos solidarios y de miradas que decían más que mil palabras.

El cortejo fúnebre fue acompañado por familiares, amigos y vecinos que caminaron juntos, sosteniéndose unos a otros en medio del vacío. No hubo discursos ni grandes frases, solo el peso del silencio, de ese que aprieta el pecho y deja claro que la ausencia es irremediable, pues no había palabra que diera aliento para esta familia que hoy daba ese lamentable adiós

En cada paso, la comunidad buscaba rendir homenaje a Emma Lucía. Algunos oraban en voz baja, otros simplemente guardaban silencio, pero todos coincidían en lo mismo: no hay palabras que alcancen para consolar a un padre, a una madre, a una familia rota por la pérdida de un ser tan pequeño y tan querido.

Hoy, el recuerdo de Emma Lucía queda sembrado en su gente. El municipio se vistió de luto y su partida deja un vacío que nada ni nadie podrá llenar, aunque su sonrisa y permanecerá en la memoria de quienes la conocieron, hoy se convierte en un símbolo para tomar conciencia y proteger la vida de nuestros niños.

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